¿Es la profesión de abogado una profesión inmoral?
Cuando un joven jurista recién graduado tras arduos esfuerzos toma, por fin, contacto con el ejercicio de la abogacía, recibe uno de los mayores disparos metafóricos de los que será sujeto a lo largo de su vida. La pasión de muchos se torna en motivo de desprecio para otros en tanto que la etiqueta de abogado per se estimula una reacción social de desconfianza e, incluso, desprestigio. Aquella figura del abogado maquiavélico, crematomaniaco, sin escrúpulos, que sobrepasa toda norma deontológica que ha terminado por esculpir la narrativa, la corrupción sistemática y la cinematografía han provocado la percepción de la abogacía como una profesión de bajeza moral. Ejemplo de ello puede tomarse de la película El abogado del diablo (comenzamos bien). Kevin Lomax es un joven abogado cuya carrera va en un ascenso tal que nunca ha perdido un juicio. Sus ansias por ganar a cualquier precio hacen que, al inicio de la película y luego de convencerse de su culpabilidad, continú...

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